Aproximaciones a lo invisible

Silencio, atiende.




Existe una verdad que sólo se alcanza a través de la escucha.

Escuchar es un silencio fértil para la construcción de la palabra cuyo destino es el nombrar. Lo nombrado se materializa, se comparte.

Pero, ¿cuál es el destino de aquello que jamás habrá de sujetarse a la forma del lenguaje?

La existencia no se reduce a lo visible. Lo que es, más allá del ojo humano, se conoce a través de un método contemplativo: atender al silencio, que es origen y retorno de todo saber en el mundo.

Prestar atención, en silencio, liga lo que acontece con lo que uno siente y piensa. En el escuchar aguarda la posibilidad de reincorporarse a la continuidad de un universo fragmentado.

Habitamos lo intangible, pero jamás seremos en sustancia lo que a nuestros ojos ha de mantenerse oculto. Alrededor de un fértil silencio se dará testimonio ―sólo eso― de lo invisible.

Lo invisible ha de permanecer impronunciado.

Aproximarse a lo invisible es posible en el ejercicio poético de la vida, en aquello que inadvertidamente nos constituye cada día.

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